// NOMBRE

Estando ya en un punto del proyecto, donde muchos aspectos ya están tan definidos como para poder pensar el nombre por el que será conocida la casa de María Langarita, todavía hay numerosas cualidades que quedan por definir, y esta, sin duda, es importante. 

Un nombre da una identidad, por eso esta tarea requiere, a mi parecer, una dedicación, ya que como ocurrió con Pryca y carrefour, o como ocurrirá con Barajas y Suárez, cuando conocemos algo con un nombre, nuestra mente está bien reacia al cambio, así que una vez puesto EL nombre, es mejor dejarlo como está.

Echando la vista atrás, recuerdo los nombres de las casas que estamos cansados de estudiar, Farnsworth, La Roche… O más actuales, como la casa Lude, todas ellas tienen una cosa en común, el nombre de su propietario es el que da lugar al nombre de la casa. Por lo que “Casa Langarita” en un principio, antes de definir cualquier aspecto del proyecto, estaba presente.

Recopilando los datos fundamentales y haciendo el esfuerzo de mirar hacia delante, para saber donde queremos llegar, nos situamos en la calle Maestro José Serrano 5, una pequeña finca situada en el barrio Ruzafa, Valencia. Esta casa pertenece a una manzana, la cual sus edificaciones fueron creciendo y ella se quedó ahí. La casa española de Up! está a unos pocos kilómetros, y no pretendo llenarla de globos y llevármela, si no de alguna forma especial, conservarla.

Sus propietarios son una familia valenciana, y actualmente el arquitecto Antonio Inglés, está redactando en su estudio el proyecto de ampliación de la misma. El estudio del redactor del proyecto, se caracteriza por la conservación del patrimonio, y como en cada uno de sus proyectos, tiene un especial interés en el trabajo artesano, la conservación de materiales únicos y su fuerte aprecio a su tierra. 

La ampliación que yo propongo, es un dispositivo instalado en la cubierta de este edificio, que lo unifique con el resto de la manzana. Que elimine las barreras en los tejados y que conecte a toda la manzana entre sí. “Desfronterizar” el barrio.

El sentido de propiedad privada lo tenemos todos, cuando te sientas en un portal y sale uno de sus propietarios, se siente invadido, pero si estás en el tejado, esa sensación se desvanece. Por lo que la elección de una cubierta para unificar a los vecinos de una manzana no es una decisión tomada a la ligera. ¿Casa tejado? ¿Casa cubierta? No.

Partíamos de la base de la necesidad de María para hacer distintas actividades, en distintos lugares, con el propósito de culminar su acción de un modo más satisfactorio. Bailar en Berlín, dormir en la playa, baño en Peñalara… pero lo que realmente me interesa es el intercambio cultural que se puede dar en un ciudad y que por algún motivo no ocurre. ¿Casa de la cultura? No.

Al fín, llegamos al propósito de crear una manzana de oficios, donde la artesanía se recupera a la vez que las relaciones vecinales, y proporcionan a María un conocimiento personal y tangible de diferentes oficios casi en peligro de extinción. ¿Escuela de oficios? No.

Los materiales usados para su ejecución, son un guiño al artesano Valenciano. Distribuciones y mobiliario hecho a partir de sacos de arroz que permiten diferentes configuraciones. Para la fachada, me pongo en contacto con la empresa Vives y Marí, la cual está especializada en hacer los trajes de las falleras a partir de telares originales de madera, ya que es necesario conocer las medidas de éstos y cómo funcionan. 

Aunque el arquitecto A. Inglés, está muy interesado en la ampliación del edificio con la intención de sacar 4 viviendas más, su curiosidad por este dispositivo es evidente, por lo que a parte de proporcionarme información fundamental, ha pasado a tomar una postura activa frente al proyecto.


Despúes de pensar, tachar, renombrar etc, la elección de un nombre fácil de recordar, significativo y que deje asomar parte de su intención, ha dado el resultado de: “LA MANZANA ARTESANA”

I.B

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